Estamos luchando contra un invisible.
Estamos luchando en cada flanco,
contra todos, contra nosotros mismos
porque todo es política y qué pesados os ponéis
con el temita. GATA CATTANA 

 

A raíz del Día Mundial de la Prevención del Suicidio queremos hablar y visibilizar nuestra preocupación ante la alta incidencia de suicidios en nuestros territorios, también el rural. Nos abruma la realidad, todas sabemos y conocemos de mujeres y hombres, jóvenes y mayores, en nuestro rural con sufrimientos y malestares, o bien nosotras mismas, lo vivimos en algún momento de nuestras vidas. Y, en nuestro rural las últimas tasas de suicidios no nos sorprenden, ¿verdad?.

Necesitamos hablarlo, compartirlo y visibilizarlo, y recordar que según la propia Organización Mundial de la Salud  el suicidio no es un problema de salud mental, ni un trastorno, ni una enfermedad aunque personas con diagnósticos psiquiátricos pueden también vivir estas experiencias.

Muchos suicidios se producen impulsivamente en momentos de crisis que menoscaban la capacidad para afrontar las tensiones de la vida, tales como los problemas financieros, las rupturas de relaciones o los dolores y enfermedades crónicas. Las tasas de suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables objeto de discriminación, por ejemplo, personas en situación de refugio y migrantes, comunidades indígenas y rurales, las personas lesbianas, homosexuales, bisexuales, transexuales, intersexuales..”

Desigualdades, pobreza, discriminación, violencia de género, racismo, sexismo… es lo que se suele encontrar detrás de las vidas de las personas con conductas suicidas. En cambio el relato mayoritario impregna tragedia y fracaso privado e individual, fracaso de la persona que se suicida (o lo intenta) porque no ha sabido asumir su destino, su realidad. En ocasiones con explicaciones de que una posible enfermedad mental limita su capacidad de afrontamiento o adaptación y, por tanto, profesionales sanitarias y de salud mental son las personas responsables que podrían evitar estos malestares y “reparar ese cerebro averiado”.

Es el relato de nuestra sociedad, neoliberal  y culposa, que nos responsabiliza, a cada una de nosotras, de nuestro destino. Por ello, si seguimos planteándonos planes y acciones de prevención que sólo busquen individualizar y medicalizar problemas que tienen raíces sociales no lograremos disminuir realmente lo que pretendemos: reducir el sufrimiento.

¿Y qué pasa con nosotras, las mujeres?

Los datos señalan que no afecta igual a hombres y a mujeres. Los hombres consuman los suicidios 3 veces más que las mujeres pero las mujeres lo intentan 3 veces más que los hombres.

Un 23% de las mujeres de entre 16 y 29 años admitían haber pensado alguna vez en suicidarse frente al 14,1% de hombre en el mismo rango de edad.

La necesidad de incluir la perspectiva de género, generar propuestas para desterrar esterotipos de género, modelos patriarcales, sexistas y machistas,superar los modelos biologicistas aún vigentes en la atención de los problemas de salud pública y romper con estructuras de opresión que nos atraviesan a las mujeres son algunas de las acciones imprescindibles para la prevención.

Hablar del suicidio desde una perspectiva realista nos puede ayudar a descubrir nuevas claves para atajarlo.

  • Tener ideas suicidas no te convierte ni en mala persona ni en un fracaso.
  • El suicidio no te define, ni eres cobarde ni valiente. No dice nada de cómo eres como persona. Eres una persona en unas circunstancias extremas que percibe que no tiene ninguna opción.
  • Hablar sobre tus ideas y pensamientos suicidas no hace que te suicides automáticamente. Hablar sobre ello probablemente te lleve a encontrar ayuda
  • Estás sufriendo, no ves cuándo o cómo terminar con lo que te hace daño y pensar en una salida relativamente rápida es, a veces, una especie de respiro y consuelo. No va a solucionar nada pero ese deseo de salir de un gran daño es humano.
  • (Casi) siempre hay opciones, aparentemente mucho más largas y costosas
  • El suicidio no es bonito ni romántico ni estético. Hay consecuencias físicas, sufrimientos, traumas y tabúes tanto en los intentos fallidos como exitosos de los que no se hablan ni nos suelen contar.
  • No hay recetas individuales. No existen fórmulas mágicas.
  • Hablarlo y buscar ayuda: amigas, familia, vecinas, médicas, psicólogas, representantes sindicales, abogadas,…
Tanto por hablar, tanto por crear desde lo rural
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